Ahí
estaba él, junto a mí. Sólo quería sentir sus labios, tocar su piel, mirar sus
ojos, sentir su aroma y decirle que lo esperé por mucho tiempo. Con él no tenía
vergüenza, el miedo se había ido… en realidad no, ahora el miedo es mayor
porque no quiero pensar en que no lo voy a volver a tener junto a mí.
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