domingo, 18 de mayo de 2014

Entretiempos de imaginación.

Ha pasado mucho tiempo desde que no escribo una entrada, quizás es porque no sentí la necesidad de desahogarme como hoy. 

Estereotipo de perfección= Yo a todas luces, demuestro ser un tipo seguro de mi, con una sonrisa de oreja a oreja que sólo intenta no dejar ver sus debilidades, que logra distraer a la gente para que te digan" linda sonrisa"... al escuchar eso, me siento tranquilo porque logré mi objetivo, hacer que no se fijen en mis ojos. ¿Por qué? porque (aunque suene cursi) creo que los ojos son el reflejo de la esencia de una persona, demuestran felicidad, tristeza, decepción, agonía... un sin fin de emociones que nunca nunca vamos a querer expresar (o por lo menos yo). Estoy aburrido, algo me falta (y no es sexo). Tengo todo, pero qué es eso que tanto necesito, ni yo lo sé. 

Siempre encajando, siempre intentando hacer que los demás no se sientan mal, siempre controlando mis impulsos, siempre siendo alguien que quizás no soy... a veces me confundo, y digo ¿cómo soy en realidad? un joven seguro, un joven inestable u otro ser más que reconoce estar loco. 

Si tuviese que elegir, me gustaría decir que estoy loco, los más grandes genios lo han estado ¿por qué no podría estarlo yo? quiero desencajar, dejar de demostrar esa perfección que sólo me destruye por dentro y produce que mis sueños más inocentes, sean inalcanzables. 

No sé si tengo rabia, odio o quizás desesperación, no sé qué es lo que pasa... pero me confundo, miro el cielo y me mareo, digo dónde estoy, en qué momento perdí mi centro. O quizás, nunca lo estuve. 

Creo que mi diagnostico es ser un enfermo, pero un enfermo no de esos que mueren y deben medicarse para estar bien. Sino que un enfermo por no querer desencajar, un enfermo por no respetarse, un enfermo por pensar en el otro como en un yo. Quisiera vomitar en tu cara y decirte "me das asco, lárgate de acá, no perteneces " pero quién soy yo para hacer eso. 

Soy un dios, un dios en mi pequeño reino que imagino desde que soy chico. Donde he ido creando criaturas que me acompañan en mis travesías, en mis viajes e incluso en mis caminatas. Veo hadas, veo gente, demuestro el odio, vomito en ti, pero al final todo es un sueño. 

Despierta, vas hablando solo. La gente te mira, ¡sí ! lo están haciendo y murmuran... pero no importa, porque ahí estoy yo con mi sonrisa, diciendo puedes envidiarme, soy feliz. 

No, no es así. Pero me gusta aparentarlo. En fin, llegue a mi destino. Debo dejar de imaginar para encajar en esta sociedad, donde mi personaje está predeterminado de antemano. 

Hasta luego, en otro momento volveré a imaginar ese mundo donde a todos puedo vomitar.